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DEPEDIENTE

La paloma está llena de papeles caídos, 
su pecho está manchado por gomas y semanas, 
por secantes más blancos que un cadáver 
y tintas asustadas de su color siniestro.

Ven conmigo a la sombra de las administraciones, 
al débil, delicado color pálido de los jefes, 
a los túneles profundos como calendarios, 
a la doliente rueda de mil páginas.

Examinemos ahora los títulos y las condiciones, 
las actas especiales, los desvelos, 
las demandas con sus dientes de otoño nauseabundo, 
la furia de cenicientos destinos y tristes decisiones.

Es un relato de huesos heridos,
amargas circunstancias e interminables trajes,
y medias repentinamente serias.
Es la noche profunda, la cabeza sin venas
de donde cae el día de repente
como de una botella rota por un relámpago.

Son los pies y los relojes y los dedos 
y una locomotora de jabón moribundo, 
y un agrio cielo de metal mojado, 
y un amarillo río de sonrisas.

Todo llega a la punta de los dedos como flores, 
a uñas como relámpagos, a sillones marchitos, 
todo llega a la tinta de la muerte 
y a la boca violeta, de los timbres.

Lloremos la defunciòn de la tierra y el fuego, 
las espadas, las uvas,
los sexos con sus duros dominios de raíces, 
las naves del alcohol navegando entre naves 
y el perfume que baila de noche, de rodillas, 
arrastrando un planeta de rosas perforadas.

Con un traje de perro y una mancha en la frente 
caigamos a la profundidad de los papeles, 
a la ira de las palabras encadenadas,
a manifestaciones tenazmente difuntas, 
a sistemas envueltos en amarillas hojas.

Rodad conmigo a las oficinas, al incierto 
olor de ministerios, y tumbas, y estampillas. 
Venid conmigo al día blanco que se muere 
dando gritos de novia asesinada.

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